Reivindicación de la Identidad Castellana de Madrid

Archivo para octubre, 2012

Ni Cataluña es Escocia ni Castilla es Inglaterra

Hace unas semanas me refería al desafío que Artur Mas había planteado al Estado tras la manifestación de la Diada de este año. Lejos de irse apaciguando las cosas, parece que hay un interés mutuo en que se líen un poco más. Total, mientras se habla de Cataluña y de su Autodeterminación, no se habla de otras cosas. Por ejemplo de la desastrosa gestión de CiU en estos dos años de gobierno con el apoyo del PP catalán. Como dije anteriormente, los pueblos se hacen mayores y como dice Mas, se emancipan. Me parece estupendo. Pero al menos cuando yo dejé la casa de mis padres, lo hice entre otras cosas para no volver a pedirles dinero. Pero esta manera de actuar parece que no entra en el cerebro fenicio del Sr. Mas. A mí no me preocupa Cataluña ni el Sr. Mas. Me preocupa mi tierra y su futuro. Y me preocupa que el Sr. Rajoy continúe dando la espalda a Castilla y en resumidas cuentas, que le importemos un rábano. Lo mismo que le importamos al PSOE y a IU, para los cuales Castilla no tiene derecho a existir, a pesar de lo cual ellos sí defienden con uñas y dientes a otros pueblos peninsulares que jamás fueron estados independientes.

Se habla mucho del proceso escocés y de ese referéndum que los escoceses llevarán a cabo en el 2014. Aquí algunos han querido hacer comparaciones entre Escocia y Cataluña. Lo que viene a demostrar la catadura moral de los susodichos, dado que la autonomía escocesa es bastante menor que la que tienen Cataluña o el País Vasco. Pero vamos a hacer otra comparación curiosa y es la de Inglaterra con Castilla. Cuando Escocia se integró en 1707 en el Reino Unido para participar (sobre todo de los beneficios económicos) en el Imperio Británico forjado por Inglaterra, renunció a su propio parlamento, el cual quedó integrado en el Parlamento Inglés. Pero en ese momento el Parlamento Inglés dejó de ser inglés para ser el común de todo el Reino Unido (Inglaterra, Gales, Irlanda, Escocia). Como suele suceder, cuando una nación deja de tener imperio y de ser poderosa, se hace menos atractiva. Y al igual que ha sucedido en España, algunos que siempre se sintieron iguales aun siendo diferentes, ahora ven esas diferencias como insalvables. El caso es que la identidad inglesa durante estos 3 siglos se fue difuminando hasta casi diluirse. En los años 90 comenzó un crecimiento ascendente del nacionalismo escocés, que hasta entonces era meramente testimonial, fruto de las burlas de los conservadores ingleses y de películas como Braveheart. Esto último suena a broma, pero la noche antes del referéndum para la restitución del Parlamento Escocés, este film de Mel Gibson fue exhibido en todos los canales de tv de Escocia. Así que de la noche a la mañana los ingleses se encontraron con que aparecía un parlamento escocés, otro en Gales y otro en Irlanda del Norte. Pero el parlamento inglés no fue restituido. El parlamento de Londres siguió siendo el Británico y no el inglés. Este agravio comparativo ocasioó que reapareciera un sentimiento inglés cada vez más acentuado. La bandera inglesa (la blanca con la Cruz de San Jorge) fue sacada de los baúles del tiempo y a ser usada nuevamente junto a la de Gran Bretaña (la Union Jack). No en vano y a día de hoy, el sentimiento en favor de la independencia de escocia es mucho mayor en Inglaterra que en la propia Escocia, donde no alcanza ni el 30%. Lo que demuestra que los ingleses están hasta las narices de escuchar lamentos de unos hermanos escoceses que no habrían el pico cuando los barcos del Imperio amarraban en el Puerto de Edimburgo.

En España el caso es similar. Las Cortes de la Corona de Castilla, donde estaban representadas todas las ciudades de León y Castilla con derecho a voto, desaparecieron de facto en 1714. Las Cortes de Cádiz de 1810 nada tenían ya que ver con el Antiguo Régimen. Pero mientras a partir de la Constitución de 1978 se crearon o restituyeron parlamentos en territorios históricos y no históricos, Castilla quedó fuera de todo aquello. Es más, aparecieron parlamentos a granel en provincias castellanas que jamás habían sido región. Caso de Madrid, La Rioja o Cantabria. Pero al contrario que en Inglaterra, no se produjo ninguna reacción en el pueblo castellano, cuya identidad llevaba siendo machacada desde hace 500 años. Por contra, ahora ha reaparecido con fuerza un nacionalismo español uniformador de inspiración liberal, que se nutre básicamente del lavado de cerebro del pueblo castellano. Y paradojicamente, es el mismo nacionalismo que lleva siglos borrando literalmente a Castilla del mapa y entregando gratis a la periferia todos sus recursos humanos y económicos. Los castellanos en definitiva, alimentan irracionalmente a la bestia que les devora.

Bien es cierto que en Castilla surgieron en su día partidos castellanistas de una u otra orientación. Pero lentamente han ido desapareciendo hasta llegar al día de hoy, en el que el Castellanismo es prácticamente testimonial. Como botón de muestra es que la reacción del Castellanismo ante los acontecimientos que se suceden de manera vertiginosa en el Estado Autonómico de 1978, ha sido hasta el momento nula. Cuando en toda Europa los movimientos nacionalistas y regionalistas de todo tipo comienzan a crecer, sobre todo en oposición al impulso globalizador del Capital, en Castilla no se mueve ni una brizna de hierba. No es cuestión de imitar a los demás. Cada pueblo debe encontrar su propia vía de supervivencia. Tampoco se trata de ir contra España sino contra un modelo de España. Como siempre me gusta decir, no se trata de romper España sino de unir a Castilla. Si los castellanistas no somos capaces de movilizar a nuestro pueblo y si seguimos la senda agotada de estos últimos 30 años, Castilla quedará reducida a los museos, los libros de Historia y a una amplia llanura desértica donde instalar pantanos, travases y vertederos nucleares para beneficio de otros.

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La Nación Inventada

Acabo de terminar de leer este libro de Arsenio e Ignacio Escolar y me ha dejado sentimientos encontrados. Me gusta porque me recuerda pasajes de la Historia de Castilla y eso siempre es grato para alguien que ama su tierra y la de sus antepasados. Por otro lado me duele  porque veo la intención del libro, que no es otra que “dar caña a Castilla, no vaya a ser que se despierte”. Alguien me dirá que es un juicio muy simplista, pero es así como lo veo y siento.

Vamos a ver, el libro no cuenta nada nuevo. Algún castellanista lo ha definido como un “copia y pega” y es verdad. Cuenta lo que otros han contado ya, pero con saña y mala leche. Dando más crédito por ejemplo a las fuentes históricas musulmanas antes que a las castellanas y haciendo comparaciones de figuras tan alejadas en todo como las de Alfonso VI de Castilla y José Luís Rodríguez Zapatero de León. Ambos presuntamente hermanados por su afán común de crear la Alianza de Civilizaciones. Toma ya. Y se quedan tan frescos.

Y parece mentira que los autores sean de Burgos. Pero hay que entender que son progres (*), muy progres ambos, padre e hijo. Ignacio Escolar en concreto, es uno de los fundadores del diario zapaterista Público. Un diario que no se caracteriza precisamente por la defensa de la Tradición y de la Cultura de los pueblos europeos. Son universalistas, ciudadanos del mundo del que nos habla el estúpido anuncio de la Cerveza San Miguel. Pero además hacen unos juicios de valor “estupendos”. O sea, todo aquello que se dice por tradición, pero no está avalado por documentos, es falso. Vamos, de un plumazo nos cargamos la tradición oral, que ha sido la base de la cultura de todos los pueblos en la antigüedad. No es que los Jueces de Castilla se llamaran o no Nuño Rasura y Laín Calvo. Es que no existieron porque nadie dejó constancia escrita de ello y la tradición oral del pueblo castellano es mentira. Y como estos ejemplos, varios.

Luego sí, se hace un guiño al Castellanismo en plan “perdóname”, cuando se dedica el libro a dos personas con el añadido de “castellanos de Madrid” o cuando se afirma que Castilla era una nación. A pesar de todo, se les ve el plumero. Vamos a tener que esperar sentados a que estos dos “periodistas” que no historiadores, saquen un libro similar hablando de la Nación Vasca Inventada… Claro, Castilla no tiene a nadie que sacuda el árbol para que otros recojan las manzanas.

Y a eso venía todo esto. A dar caña a quien no puede defenderse. Ya sabemos que escupir a Castilla sale gratis. Lo triste es que lo hagan dos personas de Burgos para dar rienda suelta a esa moda tan progre de insultar la cultura e identidad propias. No en vano en esta Europa en decadencia, reivindicar los valores, la cultura y las identidades de los pueblos europeos contra la homogeneizadora Globalización, se ha convertido poco menos que en ser nacionalista, nazi, fascista y genocida. Por el contrario, defender la multiculturalidad Made in Wall Street, es lo correcto. Ya sabes, olvida a Fernán González y a los Jueces de Castilla. Son falsos. Lo auténtico es mezclarlo todo para que no quede nada, bailar con la música de Lady Gaga, Madonna o Beyonce y pintarnos las manos de blanco por la paz en el mundo…

La verdad es que se echan en falta buenos libros sobre la Historia de Castilla. Francamente, estoy cansado de leer libros donde se empieza hablando de Castilla y se termina por hablar de la autonomía de Castilla y León exclusivamente, como si Madrid o Castilla La Mancha fueran algo ajeno a las provincias castellanas del Norte. Aún echo más en falta no encontrar ningún libro que hable de Castellanismo y que se haya escrito en estos últimos 10 años. Ante ese vacío es normal que surjan aventuras tan lamentables como esta de la Nación Inventada, que solo se hacen para hundir aún más a Castilla, borrarla del mapa todavía más si cabe y para deprimir a los castellanos,  a la vez que se les sacan la pasta con literatura barata.

(*) Cuando hablo de progres me estoy refiriendo a esa parte significativa de la izquierda y también de la derecha, cuya seña de identidad es el Relativismo y el Materialismo. Y que por tanto son incapaces de enteder el alma de los pueblos. Eso sí, cuando se trata de entender a Cataluña o a Euskadi, la cosa cambia.

(Artículo publicado anteriormente en Facebook el 21 de julio del 2011)


Hay que pararles los pies.

Hay que parar a un gobierno que gobierna bajo mandato del pueblo español, pero siguiendo las directrices de sistema financiero mundial. Hay que parar a un gobierno que está dispuesto a dejar a todos los ciudadanos sin trabajo, sin casa y en la más absoluta ruina, con tal de dar gusto a todos esos bancos que son responsables absolutos del 80% del total la deuda española. Y hay que parar los pies a una Comisión Europea, que nadie ha votado y que ha demostrado que sus intereses son los del Capital internacional y no los de los trabajadores europeos. Por nosotros, por nuestros hijos, por nuestro futuro. El 7 de Octubre no te quedes en casa y saca tu bandera castellana a las calles.


El Disputado Voto del Señor Cayo

Es difícil amar a Castilla y no emocionarse con esta película. Castilla estaba muy mal a finales de los ’70. Ahora está mucho peor. Pero sirva este film basado en la novela de Delibes, como acicate para seguir luchando por nuestra tierra. Nuestros enemigos son los mismos que aparecen en esta historia. La misma clase política que lleva 30 años engañando, mintiendo, traicionando y escupiendo a Castilla y a los castellanos. Pero ellos no son los peores. Nuestro mayor enemigo es nuestra propia indolencia como pueblo. Nos hemos vuelto muy modernos y cosmopolitas. Las grandes urbes y la globalización nos ha dado todo lo que hemos querido consumir, incluso muchas cosas que no nos hacían falta. Ahora el tiempo nos pasa la factura. Hemos olvidado en muchos casos los nombres de esos pueblos abandonados. Los nombres de sus patronos y fiestas. Y hemos olvidado como se siembra, como se ara la tierra o se ensilla una mula. Y sobre todo, hemos olvidado la tierra de nuestros antepasados. Quien quiera dejarse engañar por unos u otros políticos, es su problema. Otros no nos conformamos con el actual estado de cosas y haremos todo lo posible por recuperar nuestra tierra. Por recuperar Castilla.