Reivindicación de la Identidad Castellana de Madrid

Archivo para octubre, 2013

Tema zanjado.

A los habituales sin sabores que nos da el castellanismo, se suman de vez en cuando las eternas explicaciones de porqué esta zona sí y esta no de Castilla. En mi artículo Hacia otro Castellanismo dejé bien claro cual era mi visión del castellanismo y del mapa de Castilla, que es el que además defiende la Asociación que presido. Pero siempre hay alguien que vuelve sobre el tema.

Uno de los problemas históricos a los que se ha enfrentado Castilla ha sido éste precisamente. El divagar. Que Melilla es Castilla, que si México, que si Patagonia y Filipinas. Vamos a ser serios por favor. Yo no espero recompensas por estar metido en esto de recuperar Castilla, pero tampoco estoy para perder el tiempo jugando al Risk y sus mapas. Nadie se acordó de Castilla durante siglos hasta el desastre del ’98. Entonces apareció una generación literaria que no paraba de hablar de Castilla. Cada uno con su propia visión, desde el cerealismo, a la Llanura Manchega, desde los molinos y el Quijote a Tierra de Campos. Y todos con un denominador común, la añoranza del Imperio Español. Ese Imperio que supuso el saqueo y la ruina de los castellanos a manos de Austrias y Borbones, curiosamente. Esa misma generación literaria termino por emborronar del todo el concepto de Castilla, que pasó a ser no una reivindicación regional justa y coherente, sino un horizonte hermoso, un cielo absoluto, una tierra sin limites… Todo muy bonito, pero invalidado para lo que Castilla necesitaba y necesita urgentemente, SU RECONOCIMIENTO HISTÓRICO inmediato. Porque cuando a la Comunidad de Madrid le roban 1000 millones de euros para dárselos a los de siempre, no podemos responder con poesía y con melancólicas nostalgias. Porque cuando nos meten el Fracking, es nuestro suelo el que contaminan y no el de Puerto Rico o la Isla de Guam. Porque cuando vemos caerse a cachos nuestros pueblos, no podemos suspirar por la belleza de una puesta de Sol sobre campos yermos. Y porque mientras algunos pierden el tiempo en divagar, lamentarse, añorar dinastías pasadas y galeones cargados de oro rumbo a los bancos de Génova y Venecia, nuestra tierra se muere y nuestro pueblo desaparece.

Ya digo, todas las opiniones son respetables. Pero aquí no estamos defendiendo la Cultura Castellana para hacer bellos ripios. Estamos haciéndolo para oponernos a la globalización y para que nuestra tierra sea sólo una, fuerte y orgullosa a la altura de otras tierras españolas. Ni más ni menos. Los demás que sigan en Internet y sentados en su casa con sus mapas y discutiendo si el pueblo de mi tía Fulgencia era, es o no es Castilla.

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Contra el provincianismo castellano

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Siempre digo que ser castellanista no es nada fácil. Lo llevo viendo desde que hace 15 años decidí meterme en este berenjenal. No sólo tienes que pelearte con los nacionalistas españoles y los nacionalistas periféricos. También con la izquierda y la derecha, a las que Castilla les importa y les ha importado siempre una mierda. Ahora también tenemos que andar con cuidado con una nueva moda, que es la de culpar de todo a Valladolid. Moda sobre todo en Burgos, donde algunos dicen ahora estar contra el engendro de Duerolandia, personalizándolo en Pucela.

En serio, si hay algo que puede hacer daño a un castellanista es verse arrollado por la estupidez de sus paisanos. Es descorazonador estar luchando contra todo y contra todos por una Castilla entera, fuerte, próspera y justa y ver que otros se dedican a pelearse por los despojos de una autonomía de opereta que además es inviable económica y demográficamente. ¿Dónde estaba Burgos en 1978?. ¿Peleando por una Castilla formada por Castilla La Vieja y La Nueva?. ¿Sudando la camiseta al menos por Castilla La Vieja en solitario?. ¿Burgos se solidarizaba entonces con nuestros hermanos leoneses?. No. Burgos salía a las calles a demandar la autonomía de Duerolandia en la creencia de que ellos iban a ser la capital regional. Como tantas otras veces, los castellanos viejos pasaban olímpicamente de sus hermanos del Sur del Guadarrama y preferían encamarse con los leoneses, aunque fuese a la fuerza. Eso sí, con tal de ser ellos la capital del engendro castellano-leonés.

Esto no es una acusación contra Burgos, sino contra aquellos que se denominan burgalesistas y que entienden que Castilla es Burgos y el resto es “otra cosa”. Que Burgos es la esencia identitaria de Castilla nadie lo pone en duda, pero cuanto menos ese espíritu recio castellano se ha echado en falta muchas veces desde 1978. Al menos Segovia tuvo la dignidad de oponerse a ser incluida en Duerolandia.

Pero esto no es sólo un tema de Burgos (provincia a la que peregrino varias veces al año porque me encanta), se da en otras partes de Castilla La Vieja y se da dentro del propio castellanismo. Como muestra ahí está esa escisión en el PCAS, promovida por los que jamás amaron Castilla y sólo buscaron beneficios personales, despreciando además a los militantes del Sur de Castilla. Algo que ya venía de lejos y que los que militamos en Tierra Comunera conocíamos muy bien. Pero es que incluso después de todo esto, sigue habiendo algunos que presumen en ciertos foros de 4 monos de preferir a su lado a los leoneses que a los castellanos del Sur. Que además no tenemos «nada que opinar» de los asuntos de la Castilla Norte. Y quien afirma esto, se denomina castellanista y va perdonando la vida a los de Castilla La Nueva… Lo voy a dejar aquí de momento.

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Valladolid, Burgos… No. La clave de Castilla no pasa ahora mismo sólo por esas dos provincias. Ambas con el mismo problema, la despoblación y el envejecimiento. La solución es Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Albacete y Guadalajara… La solución es Cantabria y La Rioja… Y Madrid. Madrid, sus 7 millones de habitantes y sus 66.000 millones de euros anuales al Estado, que los invierte esencialmente en Cataluña y en el País Vasco. Y esto sucede porque no estamos unidos y porque algunos que se dicen castellanistas están más por la soberbia y el sectarismo que por servir a su patria. Vuelvo a insistir, hay unos pocos que prefieren embarcarse en la lucha por las migajas del presente banquete autonómico, que pelear por la tierra de sus ancestros. La solución no es a ver quien debe ser la capital de una autonomía de tercera . La solución son las 14 provincias castellanas UNIDAS. No queremos las migajas, queremos sentarnos a la mesa del Estado con nuestros propios cubiertos y nuestra propia ración de tarta. Que para eso hemos ayudado a hacerla.

Va a haber cambios en España, sí o sí. Estamos en el momento clave. No se volverá a repetir. O sacamos a Castilla a flote, o desaparecerá bajo las aguas del olvido como la Atlántida. O tenemos altura de miras y verdadero patriotismo castellano o nos iremos directamente al guano. O nos dejamos del «hay que hacer» y lo cambiamos por el «voy a hacer» o vamos al precipicio. A Castilla no le quedan ni 20 años de vida. Y no exagero nada. Daros una vuelta por Cuenca o por Soria. Una parte será un desierto abierto al Fracking, centrales y vertederos nucleares. Otra será cotos de caza para el goce de la oligarquía de toda Europa. Y el resto estará en los museos de Historia de todo el mundo para recordar con vergüenza y escarnio a todo un pueblo que en un momento clave de su Historia se negó a luchar contra su desaparición.

¡CASTILLA DESPIERTA!

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