Reivindicación de la Identidad Castellana de Madrid

Archivo para marzo, 2016

LA CASTA

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Hace tiempo que no tengo demasiadas ganas de escribir de política. El ambiente es tenso e irrespirable. Fantasmas de nuestro peor pasado han vuelto a sobrevolar los cielos de España. Espectros de ese sectarismo que hace 80 años (se dice pronto) llevaron a este país a matarse hermanos contra hermanos, amigos contra amigos y familias contra familias. Es muy triste el espectáculo que nuestra casta política ha dado estos días dentro y fuera del Congreso de los Diputados.

Al margen de estas discusiones banales se encuentran 5 millones de personas sin trabajo. Miles de familias que sobreviven con menos de 400 euros mensuales. Miles de ciudadanos que viven bajo el miedo a que el banco les quite la casa. Millones de españoles trabajando duro muchas horas al día por un sueldo de miseria. ¿Y esto le importa algo a todos esos diputados del Congreso parapetados en sus trincheras de derecha e izquierda?. No. No les importa un carajo. Tampoco les importa cual va a ser el modelo productivo de este país para poder integrar en el mundo laboral a esos millones de desempleados. No les importa que sigamos viviendo muy por encima de nuestras posibilidades. Esto es, un estado mastodóntico, donde existen 19 administraciones autonómicas que no podemos pagar, con todas las duplicidades habidas y por haber y con una cohorte de chupatintas que viven de ellas osea de nosotros. Aquel estado autonómico que se hizo para «acercar la administración al ciudadano», se ha convertido hoy en la mayor amenaza para el progreso y el futuro del pueblo español. Tampoco les importa que la banca y el Ibex 35 sigan siendo el gobierno en la sombra y por ello no piensan tocarles un pelo, por mucho que ahora agiten los brazos y peguen alaridos. Y ni mucho menos les importa un hecho que nunca se cuenta al ciudadano y es la tozuda realidad de que el estado español es hoy una colonia sumisa de la Comisión Europea. No somos soberanos. Otros deciden nuestro futuro fuera de España. Y el enemigo no está en Madrid, sino en Bruselas, en la sede del BCE y en las entrañas del FMI.

¿Que es entonces lo que de verdad le importa a la casta?. El hoy por hoy. El cortoplacismo. El «esto ya y los que lleguen en el futuro que se las apañen como puedan». El «dame privilegios que soy igual que tú, pero los merezco porque mi lengua es minoritaria». «Dame ministerios y sobre todo quiero lo mío y parte de lo tuyo». Seguimos como hace 15 malditos años o más. La novedad es que los que entonces denunciaban a la casta, han pasado a formar parte de ella y además con entusiasmo. Euforia que manifiestan con gestos ensayados de cara a la galería para parecer lo que en realidad no son. No basta con pedir un cambio de régimen, un estado federal o un estado republicano, si eso se va a reducir a que los políticos lleven coleta y agiten la bandera de la II República. No. Cuéntenos que estados federados van a formar esa federación y como se van a reducir esas administraciones autonómicas impagables. Porque si vamos a cambiar simplemente el color de la fachada del edificio sin tocar todo lo demás, no cuenten conmigo. Si me van a justificar los privilegios de algunos en base a sus fueros medievales, yo les pondré los fueros de Castilla encima de la mesa. Y si vamos a hablar de pueblos oprimidos, ignorados, troceados y saqueados «por interés nacional», yo les hablaré del pueblo castellano y de como lleva siglos pagando el precio de la unidad de España. Si esto va a consistir en seguir regalando a la periferia a costa de la Meseta, pues miren, ni barbas, ni coletas, ni puños en alto, ni pulseras rojigualdas, ni chapitas naranjas, ni leches fritas. NO.

Mucho se habla de si España puede ser Venezuela o Cuba. Si nos van a requisar el papel higiénico o vamos a comer de lata. A mí eso no me da miedo. Yo miro mucho más cerca. A mí me da miedo que me hablen otra vez del ladrillo y del turismo como modelo productivo. A mí me da miedo que gobierne quien gobierne, le de una colleja a Bruselas. Me da miedo que se pongan chulos, poniendo de escudo la cara del ciudadano, como suelen hacer. Me dan miedo los traidores, los vendepatrias y los demagogos. Porque luego esas collejas volverán de vuelta y las recibirá la clase media española, los parados y los pensionistas. Me da miedo un horizonte como el que hoy padecen los trabajadores en Grecia bajo el gobierno de Syriza. Un gobierno que ha aplicado a la clase obrera griega recortes sociales más duros que la propia derecha. Me da miedo que cada vez seamos menos libres y que terminemos por no sentir los barrotes de nuestra celda de tanto apretarlos. Y me da miedo que un pueblo al que tanto se le ha mentido y manipulado, vuelva a manifestar sus inquietudes en las urnas. Y no es que yo tenga miedo a la libre expresión del pueblo. Es que ya hemos visto lo que es la clase política actual y la anterior. Algo que no llegó caído del cielo, sino que fue y es el producto de una sociedad española ignorante, desquiciada, incapaz ya de diferenciar lo blanco de lo negro. Una sociedad dividida, individualista hasta el tuétano, que ha interiorizado como ninguna otra, el odio hacia sí misma. Que vive inconsciente de que un pueblo que reniega de sus señas de identidad, está condenado a la extinción. Y que eso es precisamente lo que buscan los neo-liberales de Bruselas, de la banca, del FMI y del Ibex 35. Esclavos sin identidad.

«El pueblo se equivoca casi siempre» (Julio Anguita)

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