Castilla, ¿nación o región?.
En mi modesta opinión, Castilla, al igual que los demás reinos cristianos peninsulares, nace como reacción a la invasión del 711 y con la clara intención de restaurar la España perdida, la España del Reino Visigodo. Por tanto no nace con la intención de ser nación y de encerrarse en sí misma. Se debe a un fin superior. Por tanto, no creo que Castilla sea una nación tal cual se entiende hoy el término. Creo que Castilla fue Reino independiente, con sus reyes, leyes, fueros, ejército y armada propios. Rango que no alcanzaron otros territorios hispanos. Pero sí puedo entender a Castilla en cuanto a nación cultural. A singularidad propia. A la identidad más evidente de cuantas existen en España. Y desde luego con todo el derecho a su pleno reconocimiento como región histórica de España. Como se podría articular ese derecho daría para otro debate. Pero yo lo enclavaría dentro de la propia Historia y Tradición castellana. Por otro lado, no creo que una nación pueda contener a otras y por tanto no creo que ese concepto sirva para definir con exactitud a una España diversa y plural. Tampoco creo que Castilla deba mirarse en el espejo de nadie ni imitar a nadie para ser como otros. Castilla debe ser castellana. Creo que Castilla ha sido un Reino que ha marcado la Historia Universal y que merece el respeto y el reconocimiento que hoy le niegan precisamente aquellos, en el centro y sobre todo en la periferia, que un día vivieron de sus gestas, de sus descubrimientos y de su poder económico y militar.
Seguimos resistiendo.

Al Estado le interesa que los castellanos no se reconozcan como tales y que sigan siendo simplemente españoles. Así tiene una base segura sobre la que existir. Al nacionalismo vasco y catalán esto le viene de perlas también para construir su victimismo y seguir sacando réditos electorales y sobre todo económicos, sin la oposición de 11 millones de castellanos concienciados. El problema es que un país no puede funcionar con tres sistemas a la vez. Uno centralista, otro regional autonómico y otro federal o confederal al mismo tiempo.
Todo esto sin olvidar que la burguesía nacionalista vasca y catalana, jamás aceptará que sus territorios estén a la misma altura que el resto. Lo que invalidará ya de facto cualquier solución federal en el futuro.
Los castellanos lo tenemos difícil, como siempre. Solos frente al gobierno central, frente a los nacionalismos periféricos y solos frente a nuestras propias administraciones autonómicas de segunda clase. Las que trabajan desde hace más de 30 años para borrar la conciencia castellana de nuestras mentes.