Reivindicación de la Identidad Castellana de Madrid

Archivo para agosto, 2013

Se hace camino al andar

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Cuesta caminar por la senda de Castilla. No es un camino recto ni cuesta abajo. Es bastante empinado. Tampoco tiene rectas. Son todo curvas y desfiladeros. Pero se lleva bien. Llevas tu propia mochila al hombro y tu propia agua porque en esta tierra si te sales del renglón, te dan por donde amargan los pepinos. De vez en cuando tienes que tomarte un descanso para afrontar un nuevo repecho y estar preparado porque el firme tampoco es tal. Está todo lleno de piedras y agujeros. Esas piedrecitas que vas encontrando por el camino, que molestan al ser pisadas y que a veces, las más pequeñas se te meten en el calzado. Son las piedras que muchos castellanos nos dejan. Por que somos así en esta tierra. Aquí no se mueve nadie si no lo hace antes 40 vecinos. Hablamos en las tabernas o en los bares cibernéticos como Facebook. Somos la tierra del «hay que» y no la del «voy a hacer». Somos la tierra del cacareo diario sentados en nuestro wc a modo de trono. «Pero yo no me implico, no vaya a ser que me den un palo en la nuca. Los palos que se los lleven los demás, que para eso están». Y eso sí, somos los primeros en dejar esos palitos y piedrecitas, «a ver si provoco la caída de los que andan y así me echo unas risas desde el sofá de mi casa». Desde luego somos unos tipos peculiares.

Y decía que de vez en cuando hay que tomarse un descanso para seguir subiendo y poder seguir apartando esas piedras del camino a patadas. Todas llevan escrito su propio nombre. Provincianismo, ignorancia, derrotismo, envidia, traición, imbecilidad, abulia, indolencia, sectarismo, foros cibernéticos… Las hay a miles y donde elegir. Pero algo bueno tenía que tener el caminar cuesta arriba y es que siempre ves el Sol y aunque sea de noche, te iluminan las estrellas. En cuando ves la Osa Mayor, ya sabes por donde debes tirar. Y con eso y la VOLUNTAD ya tienes medio camino hecho. En lo alto está la cumbre. En nuestra mochila el Pendón. Y el cayado en el que nos apoyamos sirve de mástil. Ya hemos hecho buena parte del camino por Castilla. De modo que sigamos caminando entre piedras, palos y agujeros sin perder nunca de vista la cumbre y ese viento castellano que nos canta.